lunes, 16 de febrero de 2009

Saliéndome de los moldes fijados

Buenos días, mañana del viernes desde la oficina. He encontrado un rato por aquí y me voy a poner a escribir algo. Traigo muchas noticias, no todas buenas, como es lógico. Mi malestar ha ido desapareciendo hasta no acordarme. El lunes fui a la oficina mala, pero ya el resto he estado estupendamente. Por cierto, estoy avergonzada por cómo me puse la semana pasada, con la melancolía, la soledad, la tristeza, todo se me juntó y me convertí en una persona pedante y corriente. Vaya mierda, la verdad que no es tan mala mi vida. Hago lo que quiero cuando quiero y donde quiero.

Tengo que reconocer una cosa, el miércoles noche fui infiel. Cometí una infidelidad para evitar tropezar con la misma piedra, una y otra vez. Fui a otro bar. Un pub irlandés del centro. Dejé al viejo dueño de la cafetería Arthurs y al grupo de fracasados que intenta ahogar penas con whiskies y esa otra bebida que suelen poner mucho por ahí. No, yo tenía que cambiar mi vida, yo tenía que poner algún aliciente nuevo. El aliciente tenía nombre (Nek) y apellido (el cual desconozco). Alemán, 25 años, Erasmus de Traducción e Interpretación, unos 20 centímetros más alto que yo, fuerte y rubio. Lo que se dice un típico alemán, excepto por su carácter. Él no era frío, era más bien acogedor, íntimo, cariñoso. Como os decía decidí cambiar de lugar para tomarme mi Bailey y empecé la noche mal. No había Bailey y estaba lleno de “guiris cachondas”. Total, “un Tía María, por favor” grité al camarero un rato hasta que me lo sirvió y me pidió 7€ por él. Joder, me tiro todos los días currando para que me saqueen en una fiesta de universitarios. Tras bailar un rato discretamente y apartar algunos moscones, se acercó Nek. El chaval tenía algo en su mirada diferente al del resto, parecía ser sincero y era muy guapo. Él chapurreaba mi idioma, yo del suyo ni idea, vamos, dos palabras típicas y dos o tres insultos aprendidos (como la gran parte de todo en mi vida) de forma autodidacta. Al cabo de las horas me vi echada en sus brazos, con algunos cubatas entre pecho y espalda, enseñándole las llaves de mi casa y proponiéndole desayunar conmigo. Por supuesto, conduciría él. Yo no me atreví a coger mi nuevo New Beatles.

Unas cinco horas después me desperté con resaca, atrapada entre los largos brazos de… de un guiri alemán que no conocía más que de una noche. Yo no soy así, os lo juro, pero ha sido muy divertido. Llamé al trabajo y dije que hoy no podía ir, me tendría que sustituir la puta de la oficina un día más, seguro que no lo hacía tan mal. Aunque si lo hace igual que las “cositas extra laborales”, según dicen por la oficina, mi puesto correrá peligro. Alegué sentirme peor de mi enfermedad, al fin y al cabo algo positivo iba a tener contraer una enfermedad que no saben de dónde viene, nombre, patología, ni nada sobre ella. Tras llamar, me volví a dormir unas cuantas horas más. No podía con mi cuerpo, demasiada poca costumbre diría yo. Por no hablar de mi cabeza, había olvidado lo que era una resaca. Había olvidado lo que era beber y beber.

Eran las 11 de la mañana, y Nek se había ido. En su lugar había una nota, un post-it escrito en un indio-castellano, como yo llamo a esos escritos en infinitivos en forma de tiempo verbal. “Hola Amanda, gracia por acer feliz a mi, yo estar encantado”. Vaya, se había ido. Quizá motivado por una de las frases que le dije al intentar abrazarme esta mañana. Un vete a la mierda, pasa de mí que seguro no le gustó. El pobre. Es cierto, necesito mi propio espacio. Sobre todo en la cama.

Bueno, me levanté al menos con una sonrisa en la cara, hacía tiempo que no disfrutaba de la compañía de un hombre, y éste encima apenas me entendía, hablando, ya me entendéis. Una ducha, y una visita a una nevera desierta. Voy a tener que ir más a comprar. Bajé a comprar un par de donuts a la pastelería de mi calle. Cerrada / Closed. ¿Por qué estará cerrada hoy la pastelería? Vaya, hoy no tendría desayuno. Me muero de hambre. Hoy saldré a almorzar fuera. Un par de filetes de secreto ibérico con patatas a lo pobre, mi comida favorita. Desde que vine a Tortuosa no he encontrado un sitio donde pongan un buen plato ibérico, sin embargo hay innumerables restaurantes chinos.

El resto de los días, o sea jueves y viernes, los he pasado tranquila. Salgo un día, vuelvo con un chico y tengo que estar descansando dos. Será que me habré hecho mayor.


Ahora me toca pensar, como siempre después de un gran día. Creo que me enamoré. Soy el tipo de tía que nunca estuvo con alguien sin enamorarse. La pasada noche, como ya dije, me enamoré. Un amor de 45 minutos, o más bien dos de unos 20 minutos. Así soy yo, pero al menos me puse feliz unos días.

El trabajo sigue tan penoso como siempre. La ciudad está dirigida por unos políticos corruptos. Mi casa está sucia, llamaré a alguien para que la limpie, pero ahora no tengo ganas. Estoy mareada, qué mal me encuentro, otra vez esas náuseas, otra vez esa fuerte punzada en el estómago. Joder, a ver si voy a una consulta privada en vez de ir al hospital y me detectan de dónde viene esto.



AMK

domingo, 8 de febrero de 2009

Casi nada, sólo tristeza, soledad y enfermedad

Domingo por la noche, no tengo ganas de nada, la semana ha sido un poco dura, la verdad que como otra cualquiera. No tengo ganas de escribir aquí, simplemente lo hago para que sepáis un poco de mí. Pues os digo, ¿os acordáis que iba a salir a un pub? Nada. ¿Os acordáis que tenía una reunión que quizá era importante para mi carrera laboral? Nada. El lunes el trabajo, el martes, el miércoles…nada, nada. Es triste pero así ha sido mi semana.
Como ya os dije me acosté temprano el viernes noche, la idea de descansar me parecía genial, y la de salir al día siguiente aún mejor. Pero… (siempre hay un “pero…”) el sábado me levanté con mareos, eran las 11 menos cuarto, y mi cabeza parecía que iba a explotar, tal como me levanté, con las piernas cansadas y doloridas, fui corriendo al baño. Me dio tiempo llegar al wáter y dejar allí lo poco que había cenado la noche anterior, las cuatro o cinco salchichas que con pereza me había hecho la noche anterior. Buag, ¡qué mal sabor de boca! Es horrendo, así que tras cepillarme los dientes me fui de nuevo a la cama. Y desde allí vi la tele, desde allí llamé el lunes al trabajo diciendo que no podía ir. La voz de la muchacha que me cogió sonaba desconfiada, como si no se creyera lo que estaba pasando. Seguro que era la malnacida que merodea por mi oficina. Al día siguiente o al otro, fui al curro y creo que fue la mañana con más preguntas de gente inepta que me he podido encontrar, me tenía que tocar a mí, aquel día encontrándome fatal y con decenas de personas contándome sus problemas. Joder, leeros un panfleto y callaros la boca. Ese mismo día me escapé para ir al médico y, automáticamente, me dio de baja y me mandó unos análisis y algunas pruebas para hacerme (como así fue) el viernes.

Es domingo y aún no me recuperé del todo, ya estoy harta de ver programas de salsa rosa, estoy harta de ver como nadie se acuerda de mí. He recibido una llamada en todos estos días, sí, es de mi hermano el creyente. Cree en no sé qué de la ciencia, vamos, alguna paranoia temporal, espero. Como podéis comprobar tengo un pequeño problema con las fechas, y es que eso de dormir por el día, despertarme a las cuatro de la mañana y buscar algo en internet por el aburrimiento, o madrugar sin saber por qué, desayunar a la hora de la cena, etc. Sí, todas esas cosas hice, y es que he estado bastante mala. Sin poder levantarme apenas, sin fuerzas para nada, sin ganas de comer (habré perdido al menos unos dos o tres “kilos”).


Estoy bastante triste, mañana volveré a ir al trabajo si me encuentro como ahora, pero no es por trabajo por lo que estoy “de bajón”. Es simplemente porque me encuentro sola. Estuve mala, muy mal y no había nadie que me cuidara, nadie que me trajera la comida a la cama, ni que me pusiera paños en la frente cuando me subía la fiebre de manera repentina. Estos días aproveché para mirar hacia dentro. Me pasé la vida con una coraza, intentando salir adelante, demostrarle a la vida que soy fuerte, que puedo valerme por mí misma, ser independiente. Y en una semana, todo se ha hundido, una semana en cama y he perdido mi identidad, esa fuerza que me diferencia del resto del rebaño, ese carácter mío. Es jodido ver cómo pasa la vida por delante de ti y no dejas una huella imborrable, ni siquiera una huella que dure 10 minutos. Eres una más y eso es duro. Qué hago con mi vida ahora mismo, es la pregunta que me estoy haciendo, no sé qué cambiar. Mi trabajo y mi esfuerzo no están dando sus frutos. Bueno, lo mejor será que me acueste, que esta semana puede que sea buena y bonita (de ilusiones también se vive). Espero no perder otra oportunidad como lo de la reunión.


Hoy hay algo que viene muy al caso, unas frases que tenía en la cabeza:



"Conozco la sonrisa brillante de las mañanas,
las tardes melladas, las desdentadas noches,
sé del aullar de gigantes en lumbres de aspa de molino,
sé del letargo de los sentidos entre el estruendo de monedas,
sé del néctar de las bocas y de su aliento en la nuca,
sé de las palabras inútiles como volutas de humo,
y de camas deshechas como lienzos desflorados,
sé de los bordes cortantes del canto herido,
sé de su demencial cordura,
desconozco, sin embargo,
ese rostro vagamente familiar,
que me mira a cada instante
desde el espejo."

Buenas noches, y no os preocupéis pero los médicos no saben lo que tengo, me hacen muchas pruebas y no sale nada, pero los síntomas están ahí. Algo raro tengo, algo tengo.
Lo noto.

AMK