Tengo que reconocer una cosa, el miércoles noche fui infiel. Cometí una infidelidad para evitar tropezar con la misma piedra, una y otra vez. Fui a otro bar. Un pub irlandés del centro. Dejé al viejo dueño de la cafetería Arthurs y al grupo de fracasados que intenta ahogar penas con whiskies y esa otra bebida que suelen poner mucho por ahí. No, yo tenía que cambiar mi vida, yo tenía que poner algún aliciente nuevo. El aliciente tenía nombre (Nek) y apellido (el cual desconozco). Alemán, 25 años, Erasmus de Traducción e Interpretación, unos 20 centímetros más alto que yo, fuerte y rubio. Lo que se dice un típico alemán, excepto por su carácter. Él no era frío, era más bien acogedor, íntimo, cariñoso. Como os decía decidí cambiar de lugar para tomarme mi Bailey y empecé la noche mal. No había Bailey y estaba lleno de “guiris cachondas”. Total, “un Tía María, por favor” grité al camarero un rato hasta que me lo sirvió y me pidió 7€ por él. Joder, me tiro todos los días currando para que me saqueen en una fiesta de universitarios. Tras bailar un rato discretamente y apartar algunos moscones, se acercó Nek. El chaval tenía algo en su mirada diferente al del resto, parecía ser sincero y era muy guapo. Él chapurreaba mi idioma, yo del suyo ni idea, vamos, dos palabras típicas y dos o tres insultos aprendidos (como la gran parte de todo en mi vida) de forma autodidacta. Al cabo de las horas me vi echada en sus brazos, con algunos cubatas entre pecho y espalda, enseñándole las llaves de mi casa y proponiéndole desayunar conmigo. Por supuesto, conduciría él. Yo no me atreví a coger mi nuevo New Beatles.
Unas cinco horas después me desperté con resaca, atrapada entre los largos brazos de… de un guiri alemán que no conocía más que de una noche. Yo no soy así, os lo juro, pero ha sido muy divertido. Llamé al trabajo y dije que hoy no podía ir, me tendría que sustituir la puta de la oficina un día más, seguro que no lo hacía tan mal. Aunque si lo hace igual que las “cositas extra laborales”, según dicen por la oficina, mi puesto correrá peligro. Alegué sentirme peor de mi enfermedad, al fin y al cabo algo positivo iba a tener contraer una enfermedad que no saben de dónde viene, nombre, patología, ni nada sobre ella. Tras llamar, me volví a dormir unas cuantas horas más. No podía con mi cuerpo, demasiada poca costumbre diría yo. Por no hablar de mi cabeza, había olvidado lo que era una resaca. Había olvidado lo que era beber y beber.
Eran las 11 de la mañana, y Nek se había ido. En su lugar había una nota, un post-it escrito en un indio-castellano, como yo llamo a esos escritos en infinitivos en forma de tiempo verbal. “Hola Amanda, gracia por acer feliz a mi, yo estar encantado”. Vaya, se había ido. Quizá motivado por una de las frases que le dije al intentar abrazarme esta mañana. Un vete a la mierda, pasa de mí que seguro no le gustó. El pobre. Es cierto, necesito mi propio espacio. Sobre todo en la cama.
Bueno, me levanté al menos con una sonrisa en la cara, hacía tiempo que no disfrutaba de la compañía de un hombre, y éste encima apenas me entendía, hablando, ya me entendéis. Una ducha, y una visita a una nevera desierta. Voy a tener que ir más a comprar. Bajé a comprar un par de donuts a la pastelería de mi calle. Cerrada / Closed. ¿Por qué estará cerrada hoy la pastelería? Vaya, hoy no tendría desayuno. Me muero de hambre. Hoy saldré a almorzar fuera. Un par de filetes de secreto ibérico con patatas a lo pobre, mi comida favorita. Desde que vine a Tortuosa no he encontrado un sitio donde pongan un buen plato ibérico, sin embargo hay innumerables restaurantes chinos.
El resto de los días, o sea jueves y viernes, los he pasado tranquila. Salgo un día, vuelvo con un chico y tengo que estar descansando dos. Será que me habré hecho mayor.
Ahora me toca pensar, como siempre después de un gran día. Creo que me enamoré. Soy el tipo de tía que nunca estuvo con alguien sin enamorarse. La pasada noche, como ya dije, me enamoré. Un amor de 45 minutos, o más bien dos de unos 20 minutos. Así soy yo, pero al menos me puse feliz unos días.
El trabajo sigue tan penoso como siempre. La ciudad está dirigida por unos políticos corruptos. Mi casa está sucia, llamaré a alguien para que la limpie, pero ahora no tengo ganas. Estoy mareada, qué mal me encuentro, otra vez esas náuseas, otra vez esa fuerte punzada en el estómago. Joder, a ver si voy a una consulta privada en vez de ir al hospital y me detectan de dónde viene esto.
AMK
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